Mi tía Loli
siempre me regalaba un libro por mi cumpleaños. Se había convertido en una
costumbre, fácil para ella, (sobre todo porque los títulos los elegía yo). Para
mí era una forma de obtener un bonito ejemplar “nuevecito”, con sus tapas duras
y sus páginas tan blancas con olor a nuevo… Cuantas veces me habré cortado la
nariz por introducirla con ansia entre aquellas hojas virginales…
Ahora las cosas
han cambiado. No tengo casi sitio para meter más libros en casa, y cada vez que
me acuerdo de los que he perdido en alguna de tantas mudanzas, se me encoge un
poco el alma. Total, que estoy contemplando la idea de comprar un E-Book.
Siempre me he resistido a la idea, pero viendo que hasta los mismos escritores
están empezando a contemplar la posibilidad… pues sigo sin tener ni idea de qué
hacer, porque… ¿dónde meto yo ahora mi linda naricita?
¡Ah, por cierto!
Mi cumpleaños está al caer…
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